Las traducciones que realizo desde un punto de vista lírico no responden a ningún plan y tampoco ocupan lugar central en mi tarea -que llena su tiempo de poesía y crítica-. Sin embargo, entiendo estos versos como yo los digo y en esa forma están ya implícitos en mí.
Debo pedir la sempiterna absolución contra problemas de traición descarada que a veces ocurren en la traducción poética. Creo que no fue el caso en March, por suerte para él y para mí; pero es inevitable que resurja nuevamente en todos los versos traducidos de lenguas que conozco plenamente de sonido y levemente de sentido. De todos modos, ni ese ejercicio -ese es su nombre- se pretende imponderable ni me escapo u oculto a la crítica.
Si no hay traición no hay música, si no hay música la poesía pierde su forma: se expresa en otra que condensa su sentido evidente perdiendo la razón de su profundidad (como forma es fondo, semilla y fruto).
CARLOS. LEÓN. LIQUETE.