Los
jóvenes entrenadores de fútbol, se preguntan incesantemente, que
han de hacer para llegar en su momento a ser grandes técnicos y
convertirse en los Mourinho, Benítez o Guardiola del futuro
(u otros de la primera división mundial de entrenadores)
La
receta
ideal
no existe, pero existen unos caminos mejor que otros para llegar a
conseguirlo. No obstante, conviene dejar claro desde el principio,
que para todo lo que se pretenda lograr, hay que contar con el
esfuerzo que uno
ponga
y la capacidad que uno
tenga.
Sin embargo, no todo depende de la persona en cuestión que intenta
triunfar como entrenador, ya que existen toda una serie de factores
externos que se han de tener en cuenta, y que rodean a la figura del
técnico de fútbol, incluyendo por supuesto, la suerte,
algo que es común a cualquier otra actividad profesional que se
realice en la vida.
Centrándonos
exclusivamente en el aspecto deportivo, y sin que esto se puede
aplicar como una exacta Ley
Matemática,
nos gustaría apuntar una serie de aspectos que consideramos como muy
importantes de cara a conseguir los objetivos propuestos.
1)
Hay que ser un trabajador
incansable.
El entrenador no solo desarrolla su labor en los entrenamientos y en
los partidos. Hay que dedicar además muchas horas más para
programar,
planificar
y sobre todo observar.
Y si bien, es cierto que hay que ser entrenador las 24 horas del día,
eso no quiere decir que uno viva tan obsesionado con su trabajo, que
no sepa desconectar de él en determinados momentos, sobre todo a
nivel psicológico, y también dedicarse a ampliar conocimientos en
otras materias complementarias que sin tener relación específica
con el fútbol, le pueden ser de mucha utilidad.
Un
buen entrenador, debe de tener unos amplios conocimientos en diversas
especialidades que sirven para darle a su trabajo futbolistico
concreto, un
toque más profesional,
ya que probablemente, si solo
sabe de fútbol,
quizás al final acabe no
sabiendo de nada.
2)
Tener
mentalidad
ganadora.
El deseo permanente de conseguir victorias, es fundamental, con
independencia de la categoría en la que se entrene, evidentemente la
necesidad imperiosa de ganar un partido, no tiene la misma relevancia
por ejemplo, en una competición de equipos profesionales, que en una
de infantiles, aunque al final, siempre se valora más y de forma
general, al entrenador que gana.
Eso de jugar
bien,
queda muy guapo de cara
a la galería,
pero que nadie se engañe, tarde o temprano por muy bien que juegue
nuestro equipo, si las derrotas aparecen con frecuencia, siempre
pasaran su correspondiente factura.
En
un mundo tan competitivo como en el que vivimos, nadie quiere a los
perdedores,
ni
aunque la competición sea una simple carrera
de chapas,
así que mucho menos, si estamos hablando de un entrenador
de fútbol.
Quien
quiera triunfar como entrenador, y sobre todo, si su objetivo es
llegar a las más altas categorías de la competición futbolistica,
tiene que tener muy claro, que siempre, y por encima de cualquier
otra cosa, le
van a exigir que gane,
y él, por su parte, tiene que estar en todo momento con la
predisposición de hacerlo, y no cansar nunca de conseguir triunfos.
3)
Adquirir
amplios y profundos conocimientos,
en
todos aquellos apartados relacionados con la enorme exigencia que la
profesión de entrenador de fútbol demanda. Estamos hablando de
Preparación Física, Técnica, Táctica, Estrategia, Psicología,
Liderazgo, Medicina, Nutrición, Gestión y algunos cosas más, sobre
todo en el campo relacionado con las nuevas tecnologías que en la
actualidad están aportando a los técnicos una serie de herramientas
de gran utilidad para perfeccionar los entrenamientos, mejorar la
planificación de los partidos y disponer de otra serie bastante
amplia de nuevos recursos que aportan una mayor calidad y eficacia a
la actividad de los profesionales en las labores de dirección de un
equipo de fútbol (aunque igualmente, esto es extensible a otras
actividades deportivas).
El
futuro técnico, que no tenga enormes deseos de aprender y de
actualizarse día a día, es difícil que pueda llegar a la élite,
ya que cada vez la competencia es mayor, y las nuevas generaciones
están cada vez mejor preparadas en todos los aspectos.
Hay
que olvidarse ya, de lo que ocurría en otras épocas, que gente, con
muy poca preparación, llegaba incluso a dirigir equipos en primera
división, por el simple hecho de haber sido futbolista de más o
menos renombre.
Afortunadamente eso en la actualidad se está acabando, aunque
todavía hay alguna rendija, por la que sigilosamente se cuelan
algunos, que tan sólo con la tarjeta de su pasado futbolistico
como jugador, ocupa puestos para los que en realidad no están lo
suficientemente capacitados, y lo lamentable, es que le quitan el
trabajo, a otros profesionales menos mediáticos pero mucho mejor
preparados y con los conocimientos, la capacidad y la experiencia
necesaria para no quedarse marginados, como por desgracia, sucede
todavía en el caprichoso e injusto mundo del fútbol, en el que a
muchos se les califica más por lo que se les supone
de valor, que por lo que realmente valen.
En
definitiva, la profesión de entrenador, tiene unas determinadas
exigencias, que cada vez son mayores, y para ejercerla hay
que saber,
en el amplio sentido de la palabra, y
para saber hay que estudiar,
igual que para ser abogado, cocinero o nutricionista, por poner
algunos ejemplos.
4)
A nivel personal, el
futuro
profesional del banquillo,
debe de tener unas condiciones, tanto innatas como adquiridas, que
son imprescindibles
para desarrollar su trabajo y poder cumplir con los elevados niveles
de exigencia que su actividad le demanda.
Tiene
que saber ejercer de Líder,
recordando que es fundamental para el desarrollo de un liderazgo
eficaz,
saber en todo momento comunicarse con los miembros del grupo que se
trata de liderar.
Disponer
de los argumentos necesarios, y a la vez poder
de convencimiento
para transmitir a los futbolistas la filosofía
de trabajo
que se pretende llevar a cabo.
Saber
tratar a los jugadores con el suficiente tacto
y la necesaria disciplina,
y en este aspecto se puede aplicar la conocida frase de utilizar
guante de seda con puño de acero,
que define con gran exactitud este aspecto.
Lo
dicho anteriormente, no impide, que al jugador sea tratado por parte
del entrenador con la máxima consideración, ya que el técnico, es
el máximo interesado, en que el futbolista se sienta a gusto y bien valorado en el equipo, ya que no se debe de olvidar que cualquier
deportista, con independencia de su especialidad, cuanto
más contento se encuentre, mejor será su rendimiento.
También
el entrenador hay de ser consciente de que al jugador hay que inculcarle
y exigirle el máximo esfuerzo que sea capaz de dar, en función de
sus posibilidades de cara a conseguir la meta establecida, tanto a
nivel colectivo (que es lo más importante en un deporte de equipo
como es el fútbol) como individual. Este nivel de exigencia, se
convierte en algo permanente para el técnico, y se transforma en
auto-exigencia,
ya que ha de empezar por él mismo, y dar ejemplo. Lo que no se
puede es exigir a los demás, lo que uno no quiere dar, sobre todo
cuando hacemos referencia a entrenadores que trabajan en categorías
de formación con niños, adolescentes y jóvenes. Lo que no se
puede hacer bajo ningún concepto, de ser tremendamente
exigente con los demás y permisivo para con uno mismo.
Equilibrio
emocional.
Si el aspirante a entrenador no sabe gestionar bien sus propias
emociones, su labor de dirección de un equipo, se verá muy
condicionada y le resultará bastante complicado saber dirigir de
forma eficaz a un grupo de personas de personalidades muy
diferentes.
Motivación.
La capacidad para motivar al futbolista ha de ser una de las mayores
virtudes de un entrenador. Si éste, no es capaz de cambiar la
mentalidad del equipo en sentido positivo, o no tiene poder para
influir en el grupo para saber ilusionarlo y meter
de lleno a todos y cada uno de sus componentes, dentro del proyecto
común establecido, lo va a tener muy complicado para triunfar, ya
que no hay nada peor, para un entrenador (de cualquier deporte), que
encontrarse con un equipo desmotivado.
Hay
también algo, que no se debe de pasar por alto, ya que tienen una
enorme influencia para conseguir la máxima eficacia en la labor que
un técnico de fútbol ha de desarrollar, que guarda relación con
su actividad
en el banquillo
en el transcurso de una competición. El buen entrenador, tiene que
saber leer
el partido,
y en base a esto, y desde ese sitio
tan particular donde se sienta (aunque muchos prefieren estar de pie
para ver y dirigir a su equipo), tomar las decisiones correctas, el
menor tiempo posible y con el mínimo margen de error. La acción
permanentemente cambiante que se da en el transcurso de un partido
de fútbol, obliga a pensar con la máxima rapidez, ya que lo bueno
para el minuto cinco puede ser totalmente desaconsejable en el
minuto diez.
Para
finalizar, hay algo que merece la pena destacar, si uno como
entrenador, tiene la suerte de encontrar a lo largo de su actividad,
unos directivos competentes y comprensivos, podrá considerarse como
una auténtica bendición divina, que sin duda, será de gran ayuda.
(¡ No
hacerse demasiadas ilusiones al respecto ! ).
(Paco Arias. Entrenador Nacional de Fútbol.España).