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Inés Mouzo fue la primera mujer en terminar los 100 kilómetros de Madrid

La atleta abulense rebajó en una hora el tiempo que tenía acreditado

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Son nada menos que 100 kilómetros andando o corriendo. Hay que superarlos en menos de 24 horas, un reto en el que varios factores inducen a abandonar al atleta: agotamiento físico, niebla mental, desánimo… No todos alcanzan la meta que se han propuesto. La mente torpedea el cerebro que te está diciendo ¡basta! El ánimo tiende a decaer. Las ampollas crecen en los pies como si fueran una plantación de tomates. Pero a medida que se van cumpliendo los pequeños objetivos y el cuentakilómetros avanza, la ilusión de acabar, la voluntad y la constancia hacen posible lograr lo que se han propuesto, pensando en que ya queda menos.

 

La atleta abulense del Club Puente de Romanillos, Inés Mouzo Casillas, consiguió el pasado fin de semana en ser la primera mujer en cruzar la meta de los 100 kilómetros de Madrid, en un tiempo de 17 horas y 50 minutos, una hora menos que el pasado año. La prueba transcurrió entre Colmenar Viejo y San Sebastián de los Reyes.

 

Para Inés, era la segunda vez que afrontaba el objetivo de superar tan larga distancia. “Me gustó tanto la aventura, que decidí repetir. Da gusto el buen ambiente y compañerismo que se vive en esta prueba, con los participantes, voluntarios, organización… Por eso este sábado estaba otra vez allí dispuesta a repetir”, nos dice. En la edición del año anterior los terminó y lo ha vuelto a hacer en la del 2007 pero con la feliz condición de haber sido la primera fémina en cruzar la meta, aunque esta prueba no sea competitiva. Finalizó en el puesto 76 de la general, estando “muy contenta” por su actuación.

 

“El recorrido varió ligeramente debido a la cantidad de agua que tenía el embalse de Santillana, ya que no se podía cruzar por donde el año pasado”, señala Inés, matizando que “la nueva adaptación implicó que a la primera etapa del recorrido se le incorporara un tramo bajo mi punto de vista algo más duro, pasando por una serie de toboganes y desniveles que en una carrera de estas dimensiones pasan bastante factura. Por lo demás, el recorrido era muy agradable tanto por las buenas vistas como por el entorno creado por los demás atletas”.

 

Inés salió con el dorsal 361 desde Colmenar Viejo acompañada de otro atleta que iba “al mismo ritmo” y de esta forma “aguantamos juntos toda la carrera, desde el principio hasta el final”. Una circunstancia que reduce la sensación de soledad, propicia para el desaliento. “Así no pasé sola ni un solo kilómetro”, nos cuenta, ya que la compañía “se agradece bastante sobre todo al anochecer y bajo la lluvia”. En el lado negativo, “me hice daño en el empeine derecho casi desde el inicio, pero desde el kilómetro 50, el dolor me fastidió demasiado. Abandonar habiendo llegado hasta allí me daba rabia, así que me dije: no hay dolor”.

 

“Al principio la amenaza de tormentas es lo que mas cosa te da debido a la experiencia de las trombas de agua que cayeron en la edición pasada, pero finalmente el tiempo nos respetó un poco más que el año pasado, y la tormenta no cayó hasta pasada la media noche, al llegar a Tres Cantos. Desde allí hicimos los 12 últimos kilómetros hasta meta alternando barro, metiéndonos por el río ¡Menos mal que el agua estaba buena!”, exclama Inés Mouzo.

 

En esta ultrafondiana prueba participó otra atleta del Puente de Romanillos, Yolanda Jiménez, que tuvo que abandonar en San Sebastián de Reyes debido a la lluvia, cuando llevaba recorridos 74 kilómetros.

 



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