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A falta de codornices, llega el tiempo de las palomas torcaces

Las lluvias moverían los escasos pájaros que todavía no han salido definitivamente hacia el sur

 

A estas alturas de la media veda se confirman los pésimos resultados por el número de codornices abatidas. En opinión de muchos cazadores podríamos encontrarnos ante la peor temporada que se recuerda, lo que se materializa en que cada vez salgan al campo menos aficionados. Es cierto que la esperanza es lo último que se pierde y no faltan quienes confían en un cambio meteorológico que cambiaría el signo de la campaña. Las lluvias, que llevan sin aparecer durante todo el verano, moverían sin duda los escasos pájaros que todavía no han salido definitivamente hacia el sur.

 

La temporada se mantiene en muchos cotos gracias a la paloma torcaz. Esta especie, muy abundante en las zonas de media montaña con espacios boscosos de roble y encina, no ha comenzado todavía a emigrar. Incluso las poblaciones que han criado en estos lugares pueden verse incrementadas por las que vienen del norte y se detienen durante algunos días para alimentarse y tomar fuerzas de cara a su retorno a tierras africanas. Muchas de estas palomas ni siquiera abandonarán la Península Ibérica invernando en las dehesas y montes mediterráneos.

 

El hábitat de la paloma torcaz, de considerable tamaño, no se reduce a las zonas boscosas, ya que se extiende por las llanuras y oteros siempre que haya masas arbóreas como puede ser la vegetación de ribera, donde anidan y duermen, y también cárcavas de difícil acceso. La alimentación es muy variada, desde todo tipo de granos y semillas de cereal hasta legumbres o gramíneas como lentejas y garbanzos. Los campos de girasol son lugares especialmente atractivos para esta paloma, muy prolífica, que saca adelante varias crías de dos polluelos cada una a lo largo de la primavera y del verano. También los cultivos energéticos, especialmente la colza, le sirven de alimento y de hecho tienen especial querencia hacia estas fincas ya cosechadas. De comportamiento gregario se juntan en pequeños bandos que pueden llegar a un considerable número de individuos a la hora de realizar sus largas migraciones.

 

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