La pretemporada no es quizá el mejor momento para sacar conclusiones definitivas ni inamovibles, pero se pueden efectuar algunas de carácter transitorio tras el partido que disputó y ganó el Óbila Club de Básket frente al Navalcarnero, un equipo con el que luchará en la LEB Bronce y que dejó una pobre impresión como lo había hecho anteriormente el Valdemoro.
La primera conclusión es totalmente obvia. El conjunto de Antonio Cano adolece de un hombre de ‘peso’ en la pintura. A Tomás Ramón y Dreke Bouldin les faltan kilos para enfrentarse a los cincos que habitualmente pululan por la competición. Y también carece de un base nato. Laguna en dos puestos clave, pívot y base, que se notaron en demasía. La segunda conclusión, es que el equipo abulense va a jugar con una defensa más aguerrida y agresiva que la vista en San Antonio en la campaña anterior. La tercera conclusión es que la fortuna no parece acompañar al cuadro local con los nuevos fichajes. Dos de ellos no pudieron saltar a cancha por encontrarse lesionados. El inédito base Frederic Castelló con el tobillo ‘encasquillado’ y el alero Nacho Elizagaray con una contractura de cuadriceps. Y la cuarta pasa porque el canterano Rubén López va a disfrutar de muchos más minutos que en temporadas pasadas.
Al margen de los análisis, el Óbila comenzó centrado en el partido pero sin llevar la iniciativa ante un rival que no se mostraba especialmente difícil. Así ocurría en los primeros minutos, donde el aburrimiento se manifestaba por la escasa anotación por parte de ambos equipos. Lo demuestra el raquítico parcial del primer cuarto, 17-14, donde la faceta reboteadora del equipo local empezaba a mostrar signos de debilidad, dejando escapar muchas capturas en su zona.
Para sacar del tedio a la afición empezaron a asomar los lanzamientos triples de Víctor Chuan y con menos precisión los de Bouldin. Tomás Ramón puso algún tapón aplaudido por la afición e Ion Ugarabe realizaba algunos movimientos de calidad. El Óbila iba sumando puntos poco a poco en el segundo cuarto gracias a las aportaciones de Bouldin y Sergio Sánchez, pese a tener un ataque estático y albergar un cierto desconcierto. La ventaja para el conjunto abulense seguía corriendo en el electrónico y la renta se ampliaba al descanso, cuando los verderones ganaban por diez puntos de diferencia (40-30).
El encuentro aún no estaba en el bolsillo y la reacción del Navalcarnero parecía utópica. Ante la ausencia de Castelló, el entrenador Cano probaba como bases a Chuan y Facundo Madoz. Dos formas diferentes de concebir la dirección del equipo, que jugando los dos se complementaban entre sí, pero que no responden a los cánones de un base puro. No es que el ataque fuera demasiado fluido, pero la cuenta del marcador iba subiendo a favor del Óbila y al final del tercer cuarto el resultado era de 61-49.
En los últimos diez minutos y con el partido prácticamente sentenciado no hubo nada que resaltar, salvo que jugaron los dos júnior que estaban en el banquillo, José Ramón Basarte y Víctor Quirós, que hasta se permitieron el lujo de hacer una incursión conjunta al contraataque a la canasta rival, sin que desgraciadamente para ellos llegasen a culminar. Lo que sí finalizo con éxito fue el resultado favorable al Óbila al término de los cuarenta minutos, con victoria sobre el Navalcarnero por 79-57. Mucho tendrá que mejorar el equipo madrileño, al que vemos en la foto situada a la izquierda, si no quiere verse en apuros en la categoría de LEB Bronce que va a estrenar.
El tercer compromiso en pretemporada del Óbila es el próximo sábado 13 de septiembre, enfrentándose a las 17:00 horas al Real Madrid en el pabellón de la localidad madrileña de Las Rozas. Será el primer partido que disputen como visitantes los chicos de Antonio Cano.
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