Pedro Vizcay/DIARIO DE LEÓN
El pasado domingo, 27 de enero, finalizaba la mejor temporada de caza menor que se recuerda desde hace bastantes años. Después de una temporada desastrosa, la 2005-2006, en la que muchos acotados optaron por cerrar de forma prematura ante la angustiosa situación en que se encontraban las poblaciones de perdiz roja, la campaña pasada se advirtió una cierta recuperación en las «patirrojas», la especie cinegética mas preciada en la modalidad de caza menor.
Pero la temporada que ahora finaliza ha superado todas las previsiones. Se sabía que la perdiz había criado bien, ya que a finales del verano se vieron numerosas y bien nutridas polladas. Pero año tras año viene sucediendo que las numerosas bajas producidas por los depredadores reducen los bandos en porcentajes que a veces superan el 50 % de individuos jóvenes. No sucedió así en esta campaña de forma que durante los primeros días llamaban la atención las perdices que se levantaban en el campo durante las jornadas de caza.
¿Por qué se han conservado los bandos prácticamente intactos? Esta es la pregunta del millón que se hacen las sociedades de cazadores que administran los cotos de caza. Y surge una teoría, en la que coinciden algunos biólogos: la plaga de topillos ha tenido mucho que ver. Aparte de un verano poco riguroso, con abundancia de saltamontes y otros insectos que son una buena fuente de proteínas para los perdigones, la atención de zorros y otros depredadores alados ha debido centrarse en el topillo campesino, fácil de capturar y que constituye un bocado exquisito para ellos y sus crías. Esto ha evitado el acoso y persecución que habitualmente sufren las perdices, especialmente en los años que por falta de insectos consumen granos tratados con fitosanitarios en la sementera, que debilitan cuando no matan a las aves más jóvenes.
Un buen final
A diferencia de otras temporadas, en las que suele adelantarse el cierre al final del periodo navideño, en ésta se ha apurado hasta el último día. Así el último día de caza, aprovechando una jornada soleada y sin viento, fueron muchos los cazadores que salieron a despedir la temporada, y se divirtieron. Todavía se pudieron levantar bandos de perdices bien nutridos y, algunos, casi intactos. Otra cuestión bien diferente es conseguir abatirlas ya que, a estas alturas y cazando «a rabo», resulta muy difícil. En las zonas donde se alternan secanos y regadíos, con cultivos e maíz, quedan bandos sin tocar.
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